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BIOLOGÍA COMPASIVA
Cómo la “genética dirigida” mediante el uso de CRISPR podría reducir el sufrimiento
del mundo natural de manera rápida, sostenible y económica.

"La cantidad total de sufrimiento que existe en el mundo natural cada año excede todo cálculo imaginable. En el tiempo que me toma escribir esta oración, miles de animales son comidos vivos, otros huyen por sus vidas gritando de miedo, otros son devorados lentamente desde el interior por parásitos, miles de animales de todo tipo mueren de inanición, sed y enfermedad. Por necesidad, es así"
Richard Dawkins
El río del Edén (1995)

INTRODUCCIÓN
Rumbo a una biósfera posdarwiniana

La idea de que los seres sintientes no deberían dañarse entre ellos o permitir que daño le acaeciera a otros solía ser una mera utopía. Durante este siglo y después, esta política será técnicamente viable, aunque su credibilidad sociológica es un tema aparte. Pero el pretexto de que el sufrimiento "por necesidad, es así" dejará de ser correcto técnica, ecológica y éticamente. En una era pos-CRISPR, la decisión de preservar, reformar o eliminar la biología del sufrimiento involuntario será de carácter ético.

Existen cuatro opciones políticas para la biósfera:

1) "Resilvestración pleistocénica" - restaurar la mayor parte del planeta a un estado anterior al impacto humano.

2)Statu quo: en esencia, una extensión de la biología de conservación actual: más parques naturales, mínima intervención, conservación sin preocuparse por el bienestar subjetivo de los individuos y solamente de la salud abstracta de especies y ecosistemas.
Biología de conservación tradicional.

3) Biología compasiva, que se extienda a todos los sintientes libres: genética dirigida mediante el uso de CRISPR, regulación de la fertilidad en distintas especies a través de la inmunocontracepción, rastreo y monitoreo por medio de GPS, alteración genética y/o carne in vitro para carnívoros estrictos, un estado de bienestar panespecie al interior de las reservas naturales del futuro; en resumen, un "jainismo de alta tecnología".
Jainismo de alta tecnología
"Diseñar genéticamente casi todo" (Nova)
"Genética dirigida' y CRISPR podrían revolucionar la gestión de ecosistemas" (Scientific American)

4) Eliminar gradualmente a los sintientes no-humanos que viven en libertad.
"¿Por qué mejorar la naturaleza cuando destruirla es mucho más fácil?" " (2011, Robert Wiblin)

Este artículo pretende delinear y defender una versión del punto 3, que podríamos denominar conservación compasiva. Sin duda que hay pocas probabilidades de que el esquema que detallo a continuación se implemente en su estado actual. Mi razón para bosquejar aquello que es técnicamente viable con las herramientas que provee la biología sintética es que solo cuando hayamos reconocido la complicidad humana en la persistencia del sufrimiento que existe en la biósfera podremos empezar a soñar con tener un debate sociopolítico informado sobre su moralidad. No es posible tener una discusión ética seria sobre el sufrimiento en el mundo natural mientras no reconozcamos la responsabilidad humana en el bienestar no humano..

* * *

Cuando un amigo le preguntó al compositor estadounidense John Cage "¿no crees que existe demasiado sufrimiento en el mundo?", este respondió: "No, creo que hay la cantidad justa". Pocos filósofos morales manifiestan abiertamente una ecuanimidad tan zen como ésta frente al sufrimiento de otros seres, pero hasta hace poco, todos los ecologistas compartían la suposición de Richard Dawkins sobre su inevitabilidad. Sin embargo, los seres vivos se encuentran al borde de una revolución técnica y ética que significará una transición evolutiva gigantesca para el desarrollo de la vida. Dentro de poco, la humanidad podrá decidir el nivel de sufrimiento óptimo tanto para nuestra propia especie como para el árbol de la vida mismo. En particular, la genética dirigida con CRISPR es capaz de reducir de forma rápida, drástica y económica el sufrimiento de toda especie cuyos miembros se reproduzcan sexualmente.

Hasta la aparición de la biotecnología del siglo XXI, los inmensos costos, complejidad computacional y obstáculos técnicos necesarios para hacerle frente al sufrimiento experimentado por animales no humanos en libertad eran desmoralizantes para cualquiera que se preocupara de ellos. Un estado de bienestar que incorporara a múltiples especies resultaba inconcebible. Regular la fertilidad a través de la inmunocontracepción, implantar neurochips, implementar sistemas de rastreo y monitoreo por GPS y proveer servicios de salud rudimentarios tendrían costos en extremo prohibitivos incluso si solo consideráramos a los vertebrados longevos de gran tamaño que habitan en parques naturales. ¿Cómo podríamos soñar con enfrentar el sufrimiento en ecosistemas marinos o la selva amazónica sin apelar a la nanotecnología molecular o a lo que los críticos llamarían ciencia ficción drexleriana? El proyecto de proveer de forma activa ayuda a no humanos en libertad parece ser sociológicamente fantasioso en una época en la que aún millones de personas carecen de nutrición y servicios de salud adecuados y en la que los humanos continúan hiriendo, dañando y asesinando a miles de millones de seres sintientes en granjas industriales y mataderos. La evolución no nos diseñó a los Homo sapiens para ser altruistas imparciales.

La "genética dirigida" por medio de CRISPR es una tecnología revolucionaria. En principio, puede usarse para "reparar" el nivel típico de sufrimiento que experimentan los miembros de organismos sexuales en libertad. Esta tecnología puede hacerlo de forma rápida, sostenible y económica, ocasionando inconvenientes mínimos para los humanos. Si se enfoca de forma inteligente, la genética dirigida podría amplificar mucho los efectos de la benevolencia humana hacia otros animales, incluso cuando esta es extremadamente débil y errática. En principio, las modificaciones genéticas podrían reducir de forma significativa el nivel de sufrimiento de las especies sexuales a un costo de aproximadamente $10.000 o menos por especie a precios actuales. Un cálculo rápido sugiere que el costo financiero de tener una biósfera no humana feliz sería en la actualidad de unos cientos de millones de dólares, sumado al costo de mantenimiento anual de quizás varios millones de dólares por año.

¿Hipérbole? No…

¿USO DE LA GENÉTICA DIRIGIDA CON FINES ÉTICOS?
El estudio de caso del gen SCN9A

Los sistemas de genética dirigida son elementos genéticos "egoístas" que pueden propagarse rápidamente en una especie de reproducción sexual incluso cuando reducen la eficacia biológica (fitness) de individuos particulares. Los genomas de casi todas las especies que se reproducen sexualmente cargan evidencia de al menos un impulso génico "natural" activo o sus remanentes no operativos. Ahora es posible diseñar impulsos génicos sintéticos para "esculpir" la evolución. Los investigadores pueden elegir un gen con un costo adaptativo para el individuo, por ejemplo, la esterilidad masculina, y moverlo ("impulsarlo") por la población en contra de las limitaciones comunes de la herencia mendeliana. Los impulsos génicos tienen éxito en esta tarea, en apariencia imposible, porque se heredan por todos los hijos de los organismos y no solo por la mitad de ellos. Los animales que se reproducen sexualmente suelen tener dos versiones de cada gen ubicadas en diferentes cromosomas. Los cromosomas maternos y paternos en estos pares homólogos poseen los mismos genes en los mismos loci, pero estos genes poseen distintas variantes. En general, los hijos de un organismo solo heredan uno de cada par de cromosomas de cada padre. Por lo tanto, cada alelo diferente es transmitido a más o menos la mitad de los hijos del organismo. Sin embargo, esta nueva herramienta de edición genética conocida como CRISPR/Cas9 puede doblegar las reglas de la herencia mendeliana por medio de técnicas de edición poderosas y precisas. En específico, los impulsos génicos de endonucleasas pueden cortar el locus correspondiente del cromosoma homólogo que no codifica el impulso, induciendo así a la célula a reparar el daño copiando la secuencia del impulso en el cromosoma dañado. En consecuencia, la célula termina poseyendo dos copias de la secuencia del impulso génico. Si la célula modificada es parte de la línea germinal, la modificación será transmitida a todos los descendientes del organismo en cuestión, sin importar cuál sea el cromosoma que hereden. El mismo proceso volverá a ocurrir con sus descendientes, generación tras generación. En efecto, los mecanismos de reparación de ADN de las células pueden ser "apropiados" para que propaguen por las especies rasgos seleccionados por los humanos. La edición genómica mediante CRISPR/Cas9 tiene el potencial de permitirle a los biohackers, científicos o administradores de reservas naturales del mañana insertar, remplazar, borrar y regular con precisión los genes de todas las especies que se reproduzcan sexualmente y, como consecuencia, "impulsar" por toda la población las modificaciones deseadas. Un mayor problema suponen las especies que se reproducen tanto sexual como asexualmente, como es el caso de muchas especies de plantas. En el caso de las poblaciones de reproducción asexual, los impulsos génicos no son capaces de afectarlas, como pasa con las bacterias. En la actualidad, no obstante, la mayoría de los seres sintientes en la Tierra forman parte de especies que se reproducen sexualmente, ya sea de forma predominante o exclusiva. En resumen, la genética dirigida tiene el potencial de diseñar el bienestar de toda la vida sintiente.

Consideremos un escenario concreto de cómo la genética dirigida puede usarse para reducir el sufrimiento en la naturaleza. Las vidas de innumerables seres sintientes están plagadas de dolor físico. Múltiples genes modulan la sensibilidad al dolor de un organismo. Por ahora, enfoquémonos solamente en la subunidad alfa tipo 9 de los canales de sodio regulados por voltaje que codifica el gen SCN9A. El gen SCN9A es parte de una familia de genes que evolucionó hace mucho y que codifica la construcción de canales de sodio. Los canales de sodio transportan iones de sodio de carga positiva al interior de las células nerviosas, permitiendo así la generación y transmisión de señales eléctricas. El gen SCN9A posee las instrucciones para fabricar la subunidad alfa del canal de sodio NaV1.7 que existe en los nociceptores encargados de transmitir señales de dolor. Se han descifrado decenas de alelos diferentes de SCN9A. Algunas mutaciones infrecuentes y maladaptativas de este gen eliminan por completo la habilidad de los organismos de sentir dolor. Pero otros alelos de SCN9A confieren una sensibilidad al dolor extremadamente alta o baja sin comprometer funciones en un grado importante. En la actualidad, una pequeña minoría de personas de alto funcionamiento muestran tolerancias al dolor extremadamente altas. Este tipo de "anormalidad" en la sensibilidad al dolor no es peligrosa ni potencialmente letal como la analgesia congénita. Estas afortunadas personas consideran el dolor como nada más que un mecanismo de señalización corporal útil, mientras que los humanos y animales "normales" muchas veces llegaríamos a gritar de la agonía.

En principio, no existe un obstáculo para que agentes morales inteligentes "reparen" el (nivel de) angustia física subjetiva (activada bajo ciertas condiciones) que sufren los miembros de especies en libertad. Esto sería posible escogiendo y propagando alelos benignos de SCN9A o sus homólogos por medio de impulsos génicos, es decir, diseñando por medio de la edición genética con CRISPR no una biósfera utópica "sin dolor" (véase El proyecto abolicionista), sino una biósfera de "bajo dolor".

Por cierto que el riesgo es alto, pero nadie está proponiendo que los ecosistemas compasivos sean administrados por filósofos. Los humanos podemos elegir también nuestra propia sensibilidad al dolor. Pero un cambio en la tolerancia al dolor que abarque a todo el genoma humano dependerá de la voluntad de futuros padres de usar técnicas de cribado genético preimplantacional.

Incluso en la era de CRISPR, de impulsos génicos personalizados y de capacidad computacional de crecimiento exponencial, el costo de administrar de forma compasiva la biósfera no es algo trivial, financieramente hablando. Pero comparemos los $100.000 que se gastan hoy en salvar a tan solo un bebé humano extremadamente prematuro de 23 semanas con el precio de "reparar" el bienestar base de toda una especie de vertebrados en libertad... para siempre. Millones de animales no-humanos son tan sintientes, y claramente también sapientes, como bebés humanos en su etapa prelingüística. Miles de millones de no humanos son tan sintientes, y claramente sapientes, como infantes humanos. El altruismo eficaz nos insta a despojarnos de nuestros sesgos antropocéntricos y ayudar a otras criaturas en consonancia.

Hasta la llegada de la revolución de la edición genómica por medio de CRISPR, ayudar a no humanos en la naturaleza, con la excepción de algunos vertebrados grandes y longevos, como elefantes (véase "Un estado de bienestar para elefantes") era inverosímil durante nuestras vidas. Ayudar a pequeños roedores, invertebrados marinos e insectos (véase "La importancia del sufrimiento en insectos") podría, a lo sumo, ser una tarea para nuestros nietos y para una nanotecnología más madura. O, de forma más creíble, para la superinteligencia poshumana. La "genética dirigida" altera por completo este cronograma, al menos, en teoría. Pues, en realidad, es más simple, barato y rápido ayudar a especies que se reproducen rápido siguiendo una estrategia de selección r, que a las de selección K. Incluso las formas de vida más humildes, desde una perspectiva cognitiva, podrían beneficiarse de un mínimo de benevolencia humana hacia otros seres sintientes.

¿Qué rasgos subjetivamente desagradables es más urgente modificar dadas consideraciones morales? Controlar el dolor intenso es claramente vital para la calidad de vida. Sin embargo, otros parámetros, en especial las emociones primarias, también pueden ajustarse de manera genética para moldear el bienestar. Por ejemplo,

  • COMT ("El polimorfismo Val158Met del gen de la catecol O-metiltransferasa y la experiencia de la recompensa en el flujo de la vida diaria")
  • El gen del transportador de la serotonina ("Felicidad nacional y distancia genética: una exploración cautelosa")
  • Variante de deleción de ADA2b ("¿Es el pesimismo genético? Las investigaciones apuntan a que tu perspectiva podría estar filtrada por tu composición genética")
  • Variante rs324420 del gen FAAH ("Los genes pueden contribuir a que algunas naciones sean más felices que otras")

Entre otros. "Reparar" la sensibilidad al dolor, la resistencia a la depresión y el tono hedónico por defecto usando genética dirigida ayudará a prevenir una cantidad de sufrimiento inmensa en los seres vivos. La explosión cámbrica trajo consigo una proliferación del sufrimiento y solo ahora agentes morales inteligentes se encuentran en una posición para ponerla bajo control.

Naturalmente, habrá muchas dificultades. Ni la acción ni la inacción están libres de riesgos éticos. Una regla general para los diseñadores de políticas públicas, que aunque informal, enfatiza la prudencia, podría ser considerar que cualquier cosa que podría salir mal con las intervenciones en líneas germinales saldrá mal, e incluso más. El lúgubre historial de la humanidad sugiere que los impulsos génicos serán usados para el terrorismo genético, bioarmas étnicas o guerra entomológica antes que para promover el bienestar de otros seres sintientes. Idealmente, la genética dirigida artificial se usará para acabar con el flagelo de las enfermedades transmitidas por mosquitos. Estos patógenos enferman y matan a millones de humanos y no humanos cada año. En los laboratorios ya existen mosquitos Anopheles resistentes a la malaria. De ser liberados a la naturaleza, estos mosquitos transgénicos inmunes a la enfermedad podrían propagarse con rapidez desplazando a sus parientes maláricos, protegiendo así a numerosas especies de aves, reptiles y mamíferos, incluidos los humanos. Por otro lado, un único bioterrorista podría diseñar un pequeño número de mosquitos a través de genética dirigida que portara un gen de una toxina mortal. Los mosquitos se reproducen velozmente. Pronto, todos los mosquitos del mundo de la especie modificada portarían la toxina. Cada mordida sería letal. (véase "Esta podría ser la siguiente arma de destrucción masiva"). El idealismo podría ser tan peligroso como la misantropía. Tal vez un biohacker joven decida modificar la garrapata Amblyomma americanum (véase "La mordida de este insecto podría volverte vegetariano"), lo cual no sería la mejor estrategia para convencer los corazones de las personas. Podrían darse múltiples escenarios como este. Por ello se necesitan varias protecciones, regulaciones bien diseñadas y mecanismos de aplicación efectivos antes de soltar un impulso génico a la naturaleza. En la era pos-CRISPR, lo único que los agentes morales inteligentes pueden hacer es sopesar la relación riesgo-beneficio y actuar en concordancia.

Analicemos nuevamente la tolerancia al dolor. A diferencia de lo que sucede con personas nacidas con analgesia congénita o las víctimas de síndromes severos y debilitantes de dolor crónico, los organismos que poseen sensibilidad al dolor excepcionalmente alta o baja pueden funcionar de manera normal. No obstante, tanto los humanos como no humanos con "bajos niveles de dolor" se comportan diferente a los neurotípicos, aunque hacen falta estudios bien controlados en distintas especies. Se necesitan estudios piloto, diferentes protecciones y modelos computacionales inteligentes, además de regulaciones, antes de usar impulsos génicos sintéticos de manera responsable con el fin de cambiar el fenotipo conductual de una especie entera y acercarlos al comportamiento característico de los casos nociceptivos atípicos. Ahora mismo, un único biohacker podría usar las herramientas moleculares disponibles en eBay para fabricar un impulso génico que beneficiara (o dañara) a una población entera de individuos libres alrededor del mundo. En principio, un biohacker con intenciones éticas y de talento moderado, usando tan solo las herramientas disponibles por menos de $10.000, podría "reparar" el nivel de sufrimiento por defecto que experimenta una especie entera de pequeños vertebrados de reproducción rápida dentro de un marco temporal de dos a tres décadas o de una especie de insectos o invertebrados marinos dentro de dos a tres años. Por otro lado, ayudar a una especie de elefantes de reproducción lenta de una manera similar, por ejemplo, usando genética dirigida y ningún otro método, podría tardar de dos a tres siglos.

Es enorme el alcance de las consecuencias no anticipadas que podrían traer las intervenciones bienintencionadas, pero mal planeadas. Por ejemplo, existe una asociación entre la alta y baja sensibilidad al dolor que promueven los diferentes alelos de SCN9A con la agudez olfativa alta y baja, respectivamente: los canales de sodio NaV1.7 se encuentran en las neuronas olfativas de la cavidad nasal que transmiten al cerebro señales relacionadas a los olores. Será un desafío computacional modelar las ramificaciones de alterar la percepción del olor como consecuencia de modificar la sensibilidad al dolor, lo que no quiere decir que se nos terminarán físicamente los recursos computacionales. Una posible solución es realizar ensayos de campo limitados usando organismos con "bajo nivel de dolor" que posean el beneficio de una alta tolerancia al dolor, pero carezcan del impulso funcional para propagarlo. O, para tocar otro tema problemático, ¿qué consecuencias tendrá disminuir la sensibilidad al dolor en la empatía que sienten los individuos hacia sus conespecíficos en aquellas especie con, al menos, una teoría de mente rudimentaria? (véase "Las ratas rechazan el chocolate para salvar a un compañero que se ahoga") La existencia de euforizantes empáticos de acción corta, como el MDMA ("éxtasis") demuestran que el incremento de la empatía no es excluyente con el bienestar subjetivo, pero tampoco podemos dar por hecho esta congruencia ni extrapolar a partir de ella. El monitoreo a largo plazo de las poblaciones es la acción ecológicamente prudente, incluso una vez que los alelos benignos se hayan "reparado" con los impulsos génicos o cualquier otro tipo de intervención a escala de toda la especie.

¿Es la iniciativa privada la mejor manera de administrar la biósfera de forma compasiva? ¿O es mejor que sea hecho bajo el auspicio de las Naciones Unidas, donde existe al menos algún tipo de responsabilidad democrática y supervisión regulatoria internacional? Habrá inmensos desafíos diplomáticos antes de que la humanidad, de forma colectiva, defina los principios básicos para la administración ética de los ecosistemas. Pues estos no respetan las fronteras de los Estados nación y tampoco lo hacen los impulsos génicos. La idea de minimizar el sufrimiento innecesario en la naturaleza de manera económica y eficiente no debería ser controversial, incluso entre humanos moralmente indolentes; solemos ser crueles antes que malévolos. "Que todo lo que tiene vida esté libre de sufrimiento" es una frase muy conocida de Gautama Buddha, no de un transhumanista loco. Pero muchas organizaciones seculares y religiosas, además de actores estatales, tienen valores y prioridades que van más allá de la mera minimización de la miseria innecesaria. Por ejemplo, pronto será viable amplificar la inteligencia de especies enteras de no humanos viviendo en libertad. Ratones de laboratorio diseñados para portar una variante humana del "gen del lenguaje" FOXP2 son claramente más inteligentes que sus conespecíficos primitivos. La genética dirigida podría ("'Gen del lenguaje' humano vuelve más inteligentes a los ratones") amplificar la inteligencia y posponer la senescencia de forma drástica en poblaciones enteras (véase "Longevidad: extendiendo la esperanza de vida de ratones longevos"). La Elevación de los pupilos, el universo de ciencia ficción creado por el escritor David Brin, puede parecerle a la mayoría como una fantasía extravagante, pero pronto será una real opción que existan neochimpancés, neodelfines, neogorilas y neoperros viviendo en libertad.

Pero incluso el más sabio y completo de los regímenes de genética dirigida no logrará abolir por completo la selección natural tradicional. Si una modificación genética es levemente dañina para un organismo, como por ejemplo una tolerancia al dolor extremadamente alta, entonces el impulso génico podría averiarse. Los daños más severos podrían hacer fracasar el impulso en escalas evolutivas menores. Bajo un régimen de administración compasivo, las versiones averiadas de impulsos génicos tendrían que ser remplazadas por copias funcionales nuevas y más robustas. También podría ocurrir que biohackers, o actores estatales, con distintas prioridades éticas liberaran impulsos génicos rivales. Los llamados "impulsos inmunizadores" bloquean la propagación de otros impulsos genéticos por medio de la modificación preventiva de las secuencias a las que se dirigen otros impulsos, previniendo así el copiado. No solo los idealistas incompetentes, sino que también bromistas, personas malintencionadas, entusiastas del código abierto y script kiddies podrían causar un daño ecológico catastrófico al liberar impulsos "fuera de control". Los impulsos génicos son una tecnología que emerge rápidamente. El uso de la edición genética por medio de CRISPR/Cas9 está a pocos años de ser realidad. Podemos imaginar que existirán herramientas de software de uso intuitivo que disminuyan la barrera de competencia técnica para el diseño de impulsos génicos, permitiendo a los estudiantes de secundaria del futuro actuar como los talentosos biohackers de hoy. Quizás las autoridades regulatorias entregarán licencias de modificaciones genómicas a una especie en la naturaleza mediante el uso de impulsos génicos, solo si vienen acompañadas de un impulso capaz de "revertirlo" que se tenga en reserva. Este impulso de reversa podría lanzarse para deshacer los efectos del impulso original en caso de que se presentaran consecuencias adversas no anticipadas. Los biohackers, y con mayor razón los biocrackers de sombrero negro que tenga sus propios objetivos, podrían hacer caso omiso de tales protecciones o incluso intentar subvertirlas a propósito.

Podríamos tener la intuición de que la mayoría de las intervenciones terminarán siendo maladaptativas para los organismos artificialmente diseñados, ocasionando que los impulsos génicos se estropeen. No es necesario que así sea. Distintos tipos de rasgos tienen el potencial de incrementar el fitness de un organismo, pero no han evolucionado de forma natural porque hacerlo hubiese implicado cruzar "interrupciones en la adecuación" (fitness gaps). La naturaleza carece de visión a futuro; ningún animal no humano busca comida sobre ruedas. La edición genética por medio de CRISPR acompañada del uso premeditado de impulsos génicos sintéticos permitiría cruzar los huecos en el paisaje adaptativo que están prohibidos por la selección natural. La agencia moral inteligente es capaz de "cruzar de un salto" estos huecos adaptativos. Lo que es más, la aparición de alelos resistentes al impulso pueden retrasarse o prevenirse por completo si se usan como foco algunos sitios del genoma de alta conservación donde se espera que tal resistencia tenga un costo adaptativo severo para el organismo. De esta forma se puede eludir la selección natural. La agencia inteligente está a punto de tomar las riendas de la evolución a medida que se acelera la transición a un mundo posdarwiniano.

En el caso de adultos humanos, la bioética enfrenta el asunto problemático del consentimiento. Por el contrario, es difícil hablar sobre el "derecho" de un ratón a sufrir involuntariamente. Incluso si fuera rutina ofrecerle a los futuros padres el cribado preimplantacional para que pudieran elegir, por ejemplo, la sensibilidad al dolor, la resistencia a la depresión y los puntos de ajuste hedónicos por defecto, etc., de sus hijos, aún así existirían millones de padres tradicionales que preferirían jugar a la ruleta rusa y optar por tener hijos de forma "natural". Todos los organismos creados por reproducción sexual son, en la actualidad, experimentos genéticos únicos y que no han sido probados. A no ser que suceda un cambio radical en la opinión pública en todo el mundo, nos esperan todavía cientos de años de sufrimiento humano evitable ocasionados por la lotería que es la reproducción sexual tradicional. A menos de que creamos en la mítica sabiduría de la naturaleza, pronto será una política pública técnica y financieramente viable el convertir el linaje de los vertebrados (y más) en un mundo con "poco dolor". Tal vez no sea un total estado de bienestar para todas las especies, menos un mundo perfecto, pero al menos será conservadoramente compasivo.

Usar palabras como "conservadurismo" o "conservación" para una tecnología tan revolucionaria como los impulsos génicos sintéticos parece paradójico. Pero el uso potencial de la genética dirigida para conservar ciertas especies representa un compromiso retórico atractivo entre los filósofos morales que llaman a una modificación drástica o abolición total de la arcaica vida darwiniana y los tradicionalistas que prefieren el statu quo lleno de dolor. Al final, los mayores obstáculos a largo plazo para reducir el sufrimiento en el mundo viviente, y eventualmente abolirlo, no son técnicos, sino éticos e ideológicos. Pero, por sobre todo, lo es el sesgo de statu quo. Los filósofos de la bioética con posturas radicales piensan que existen argumentos morales de peso para eliminar gradualmente y de forma no violenta las crueldades de la vida darwiniana tradicional. No obstante, incluso la idea de civilizar la vida darwiniana mediante la "vigilancia" de la naturaleza levanta las alarmas de los esencialistas de la especie. Este esencialismo postula que los carnívoros estrictos perderían una parte vital de su esencia como especie si comieran carne in vitro y lo mismo ocurriría si reprogramáramos a los depredadores para que ya no asfixiaran, destriparan o se comieran a sus víctimas vivas, destino que es considerado éticamente inaceptable. Esta objeción se puede desarmar enfatizando usos "bioconservadores" de los impulsos génicos para simplemente reparar alelos benignos y combinaciones alélicas "naturales" en poblaciones en libertad, a diferencia de diseñar y propagar verdaderas novedades genéticas. Incluso este débil "bioconservadurismo" terminará haciendo enojar a los tradicionalistas extremos. Pero la idea de que un león o un ratón de temperamento feliz no es "realmente" un león o un ratón cuando los comparamos con sus conespecíficos que viven sumidos en la miseria bordea lo ridículo. ¿Acaso aquellos humanos con niveles de felicidad excepcional o tolerancia al dolor anormal no son "realmente" humanos? ¿Acaso son menos humanos aquellos africanos que carecen de las combinaciones genéticas típicas en la población europea que contienen de 1% a 3% genes neandertales? ¿O al revés? ¿Y qué deberían decirle los defensores de la biología compasiva a quienes profesan una religión? La respuesta correcta depende de quién sea la audiencia. Si Dios hubiese querido que sus creaciones sufrieran, quizás no debería habernos dado CRISPR/Cas9. Si el león y el lobo realmente se acostarán a un lado del cordero, como anticipa la Biblia, sus comportamientos deberán ser modificados genéticamente, a menos de que pensemos que el espíritu santo puede modificar los caminos metabólicos de los carnívoros estrictos.

¿Entonces, en definitiva, cuáles son nuestras responsabilidades éticas hacia otros seres sintientes? El poder que tenemos viene acompañado de complicidad con sus vidas y destinos, le guste o no a Homo sapiens. Como analogía, imaginemos que nos encontramos a un pequeño niño de otra etnia ahogándose en un charco poco profundo. Elegir ignorarlo y seguir nuestro camino para no mojarnos la ropa es casi tan moralmente repugnante como haberlo empujado nosotros mismos. Y no se es menos culpable si la víctima pertenece a una especie diferente, con una sintiencia y sapiencia comparable a la de un bebé humano. Los humanos no hemos (aún) alcanzado tal nivel de complicidad en el destino de la mayoría de animales no humanos que viven en libertad. Pero las revoluciones de la biotecnología y de la tecnología de la información implican también una revolución en la complicidad de los humanos en la persistencia del sufrimiento. Pronto, la ayuda sistemática a no humanos en libertad a través de ingeniería ecológica pasará de ser técnicamente imposible a difícil, luego será fácil y finalmente, trivial.

Es inevitable que los críticos de estas intervenciones compasivas hablen de la "arrogancia" humana. ¿Pero es acaso más humilde o más arrogante no rescatar a un bebé que se ahoga, cuando pertenece a otra etnia? ¿Por qué habríamos de cambiar nuestra respuesta cuando la víctima pertenece a una especie diferente, si el individuo posee una sintiencia y sapiencia comparables a la de un bebé humano?

Los proponentes de la "resilvestración" argumentan que la idea de una administración compasiva de la naturaleza amenaza con transformar el mundo natural en un "zoológico". Pero tanto humanos como animales no humanos suelen vivir de forma más próspera cuando no son ni "silvestres" ni encarcelados, sino libres. A riesgo de responder con un ad hominem, los críticos bioconservadores no suelen extender este respeto que profesan por la ética de "ser silvestre y libre" a la idea de hacerse veganos ni a llamar por el cierre de granjas industriales ni mataderos.

Algunos comentaristas muestran preocupación por la pérdida de diversidad genética. La edición genética con CRISPR-Cas9 puede utilizarse para aumentar o disminuir la diversidad genética de cualquier rasgo. No toda diversidad genética tiene valor inherente. Por ejemplo, se han descubierto cientos de alelos patógenos distintos del gen regulador de conductancia transmembrana de la fibrosis quística (CFTR, por su nombre en inglés). La mayoría de los filósofos morales están de acuerdo en que el nivel óptimo de alelos de fibrosis quística en el genoma humano es cero. La eliminación gradual de alelos y combinaciones alélicas relacionadas con el sufrimiento y el malestar es una asunto más controvertido. Pero la depresión y los síndromes que causan dolor crónico pueden ser al menos tan devastadores para la calidad de vida como la fibrosis quística.

Otros críticos tienen problemas con el antropomorfismo. Supuestamente, "proyectar" emociones y sentimientos humanos a los no humanos es sentimental y anticientífico. ¿Quiénes somos los humanos para imponerle, de forma tan arrogante, nuestros valores a otras especies? Pero dejando de lado ciertas complicaciones, ningún ser sintiente desea ser lastimado. El eje placer-dolor se extiende por todos los filos animales. La pregunta de si otros seres sintientes desean morir de hambre, ser asfixiados, destripados o comidos vivos no es un misterio metafísico insondable que escapa a la comprensión humana. Sin duda que hay aspectos de las experiencias no humanas que son completamente ajenas para nosotros, como lo que siente un murciélago al usar la ecolocalización o cómo es sentir atracción sexual por una hembra de jabalí verrugoso (entre otros). En estos extraños espacios de estado experienciales no están incluidos sentimientos de dolor, hambre, miedo ni desesperación. Ni la felicidad. Los bebés humanos y animales no humanos por igual manifiestan con claridad un deseo expreso de no ser abusados físicamente ni de sufrir o padecer malestar. Desde una perspectiva ética, le compete a los cuidadores ser responsables de proteger sus intereses. Por supuesto, por razones evolutivas, algunos humanos y algunos no humanos tienen deseos de lastimar a otros. Pero, en el caso de los humanos, normalmente, reconocemos que el interés de las víctimas tiene precedencia. El derecho a no ser lastimado es diferente a un hipotético "derecho a hacer daño". De todas formas, la administración compasiva del mundo vivo tiene el potencial de beneficiar tanto a los (ex)depredadores como a sus previas víctimas.

EL FUTURO DE LA SINTIENCIA
¿Jainismo de alta tecnología?
Mirando más hacia el futuro, es probable que los humanos y sus descendientes o sucesores lleven a cabo la terraformación de otros planetas y lunas y quizás incluso de otros sistemas solares. Los más desconfiados harán eco de C.S. Lewis: "Roguemos porque la humanidad nunca escape de la Tierra para propagar su iniquidad a otros lugares". Pero los nichos evolutivos tienden a llenarse. Si los agentes inteligentes logran propagarse fuera de la Tierra, entonces, lo mínimo que pueden hacer es asumir la responsabilidad de administrar de forma compasiva los ecosistemas que creen. Presuntamente, modificar a propósito la atmósfera, temperatura o topografía superficial de un planeta estéril presenta pocos problemas éticos. En contraste, crear de forma deliberada un ecosistema darwiniano, con la consecuente miseria y malestar, es un paso ético tremendo. No se necesita ser budista ni utilitarista para creer que crear deliberadamente sufrimiento a gran escala es éticamente indefendible. Esta respuesta no excluye una terraformación sensata que se base en los principios de la biología compasiva. Pues sin la firma molecular que tienen las experiencias bajo el "cero hedónico", el sufrimiento de cualquier tipo es físicamente imposible. Una tecnología de genética dirigida que haya alcanzado la madurez tiene el potencial de eliminar de forma gradual la biología del sufrimiento y quizás incluso dejar "fija" una biología basada en gradientes de felicidad inteligente que sean sensibles a la información. Antes de que colonicemos otros planetas, y ni hablar de esparcirnos por la galaxia, la prudencia nos llama a primero afinar la administración de ecosistemas sin dolor aquí en la Tierra.

Es mera especulación cuáles serán las escalas de tiempo realistas desde un punto de vista sociológico para el diseño de ecosistemas compasivos. Pero pronto será computacionalmente accesible vigilar y microadministrar cada metro cúbico del planeta. "¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin saberlo vuestro Padre" (Mateo 10:29), dice la Biblia. Dos mil años después, la sociedad secular debe decidir si usará la inminente omnisciencia divina de la humanidad con propósitos benevolente u orwellianos. La edición genómica con CRISPR-Cas9 y los impulsos génicos ofrecen una herramienta poderosa para administrar de forma compasiva la naturaleza a un precio políticamente realista. Freeman Dyson, el físico teórico estadounidense de origen inglés, escribió en la revista New York Review of Books lo siguiente (véase Nuestro futuro biotecnológico): "en el futuro, una nueva generación de artistas escribirá genomas como Blake y Byron escribieron versos". La biotecnología puede usarse para propósitos de mayor urgencia moral que tan solo la expresión artística individual.

El segundo pilar para la administración responsable del mundo vivo será la inmunocontracepción de distintas especies. La mayor parte de los críticos de la biología compasiva dan por hecho que toda propuesta que busque ayudar a animales no humanos en libertad ignora la ecología. Los filósofos, desde sus torres de marfil, no comprenden la termodinámica de la cadena trófica. Por ejemplo, si alimentas a una manada de herbívoros durante el invierno obtendrás como resultado una explosión de su población durante la primavera siguiente, seguido de un colapso ecológico. ¿En consecuencia? Más miseria. Sin embargo, recordemos que estas mismas predicciones de pauperización e "inevitable" catástrofe maltusiana fueron usadas el siglo pasado para argumentar en contra de aliviar la hambruna de miembros de otras etnias en África subsahariana. La solución reside en combinar el alivio de emergencia contra la hambruna con la planificación familiar a largo plazo. Los animales no humanos no pueden usar la contracepción por su propia cuenta. Pero si los humanos guían de forma inteligente el uso de impulsos génicos, inmunocontracepción y otras herramientas que regulen la fertilidad, es posible crear poblaciones ecológicamente sostenibles que representen una alternativa compasiva al control de la población tradicional hecho mediante la hambruna, enfermedad, parasitismo y depredación. El crecimiento exponencial de los recursos computacionales puede encausarse para obtener el dominio sobre nuestro código fuente, lo que promete un mundo donde todo ser sintiente puede prosperar. La definición que la Organización Mundial de la Salud tiene de salud es osada y admirable: "un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades". Restringir de forma arbitraria la promoción de este tipo de salud a miembros de una sola especie es tan injustificado como limitarla a un solo grupo étnico.

A pesar de la gloriosa promesa a largo plazo que representa para la sintiencia, la mayoría de los defensores de otros animales tendría la opinión de que explorar la administración compasiva del mundo vivo es prematuro. Antes de ayudar de forma sistemática a otros seres sintientes, nuestra primera obligación es, sin duda, dejar de hacerles daño de forma sistemática. A principios del siglo XXI, a la mayoría de los consumidores le parece utópico imaginar el veganismo a nivel global. La bioeconomía posanimal de productos cárnicos in vitro está a décadas en el futuro. Mientras continúe existiendo el holocausto animal, cualquier debate sobre el sufrimiento animal en la naturaleza corre el riesgo de parecer surreal. En palabras del historiador israelí Yuval Noah Harari, en su libro Sapiens (2011):

"Decenas de miles de millones de ellos [animales no humanos] han sido sometidos durante los últimos dos siglos a un régimen de explotación industrial cuya crueldad no tiene precedente en la historia del planeta Tierra. Si aceptamos tan solo un décimo de lo que los activistas por los derechos animales argumentan, entonces la ganadería industrial moderna podría sin duda ser el mayor crimen de la historia."
¿O perdurará el sufrimiento tanto como la vida misma? El biólogo Edward Wilson, en su libro Consilience: La Unidad del Conocimiento, escrito en 1998, bosquejó el desafío:
"Homo sapiens, la primera especie verdaderamente libre, está a punto de desmantelar la selección natural, la fuerza que nos hizo... Pronto tendremos que mirar en nuestro interior y decidir en qué deseamos convertirnos".

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English version, 2016.

traductor: Diego Andrade
diego.andrade.y@gmail.com, 2023

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